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El modelo económico a lo largo del tiempo, ha ido minando la actuación y participación del Estado en su deber y responsabilidad para robustecer los sistemas básicos y elementales para coexistir en armonía

LAS LECCIONES QUE NOS DEJA EL COVID-19

Esta crisis ha puesto de lado las clásicas hegemonías mundiales que solían responder con apoyo a sus aliados y socios estratégicos en el mundo.

Publicado: 2020-05-20

Muchas cosas han cambiado a raíz de la pandemia que vivimos. Se ha establecido naturalmente un nuevo orden mundial entre los principales actores políticos y económicos del planeta, lo cual redefine un nuevo enfoque de acción en su plan de desplazamiento global, pero además, se han originado algunas lecciones clave que debemos considerar con miras hacia el futuro.

Una de las primeras lecciones que nos ha dado esta crisis es que el mundo interconectado y globalizado sin fronteras, concentrado en ser un modelo único y transversal, podría haberse agotado, requiriendo con urgencia unos ajustes imperiosos para comprobar si aún es útil y aplicable.  

La instantaneidad y letalidad de este mal no ha dado tiempo para un planteamiento sostenible o algún diseño estratégico para enfrentarlo en conjunto. Cada nación de manera individual ha afrontado la crisis con sus propios recursos, las potencias mundiales han acaecido ante la enfermedad y han colapsado tan igual como los países en desarrollo o de subdesarrollo.

Esta crisis ha puesto de lado las clásicas hegemonías mundiales que solían responder con apoyo a sus aliados y socios estratégicos. En esta oportunidad ya nadie dependió de nadie para resolver el problema en casa. Cada país ha asumido su compromiso ante la pandemia de manera aislada, con sus propios recursos y de manera reactiva, aunque paradójicamente se haya desprendido de todo ello, una rara figura de multilateralismo por encontrar la vacuna.

Ni organismos supranacionales como la OMS ni OEA han respondido a la altura de las circunstancias, inclusive hoy día su comportamiento se encuentra en el ojo crítico, el cual difícilmente revertirán en mucho tiempo. El caso de la Unión Europea es un tema especial para analizar, su inacción y poca efectividad ni siquiera contribuyó en salvaguardar los intereses de sus propios miembros.

Aunque lo positivo de esta globalización sea el inmediato acceso a la información para combatir el Covid-19, no podemos negar que el mismo sistema de globalización y mercado, irónicamente esparció el virus por el mundo a través de los aeropuertos.

La segunda lección es que a diferencia de la crisis económica de 2008, en esta ocasión si se ha creado una gran masa crítica en todo el planeta, el ser humano no solo ha sido afectado económicamente, sino que se ha visto vulnerado en sus derechos esenciales a la salud, educación y trabajo, además del forzado confinamiento. Ello ha deformado la esencia de un mundo colectivo, elevándose una postura radical del individualismo como proceso social de supervivencia.

Además han resaltado graves problemas sociales que no queríamos ver como la desigualdad, la informalidad, el desempleo, la inmigración, etc. Reabriéndose también nuevas dificultades a través del desplazamiento y retorno de miles de personas concentradas en la capital, con destino a sus propias comunidades de origen, lo que originará en breve plazo, un desequilibrio productivo y económico en aquellas regiones afectadas.

Esto nos lleva a otra gran reflexión en pleno 2020, sobre la presencia del Estado en la administración de los derechos básicos de sus ciudadanos como la salud y la educación en base a la democratización de su acceso sin distinción social.

La crisis ha desnudado el feble sistema de salud de casi la mayoría de países en el mundo, trastocando las emociones de sus ciudadanos, movilizándose en las redes sociales y en exigir acciones políticas inmediatas a través de denuncias, las cuales además serán anidadas en las nuevas plataformas ideológicas de los partidos, colectivos y organizaciones sociales con miras a sus propuestas electorales en el futuro inmediato.

El modelo económico a lo largo del tiempo, ha ido minando la actuación y participación del Estado en su deber y responsabilidad para robustecer los sistemas básicos y elementales para coexistir en armonía. Al verse interrumpida la producción y por lo tanto el consumo, se desarrollará una cuestión de déficit mundial sin alternativas de respuesta rápida.

Lo sabio de esto, es que en países en desarrollo, la agenda estatal y privada va a estar puesta en aquellos derechos que mencionamos por una cuestión de necesidad, lo que destinara esfuerzos e inversiones hacia una carrera evolutiva y desarrollada en ciencia, tecnología e innovación, además de iniciar el proceso de migración real hacia un sistema digital universal y democrático.

Va a ser difícil puesto que esta crisis recién empieza, y la comunidad financiera global va a tener que levantarse poco a poco para ir integrando estas demandas a sus visiones modernas de civilización. La esperanza del cambio debería ser el pensamiento único de la nueva era, pero asumidas con responsabilidad, solidaridad y democracia.

Hay un viejo adagio de Lao Tzu que dice: “La salud es la mayor posesión. La alegría es el mayor tesoro. La confianza es el mayor amigo”.

Con buena salud habrá un corazón contento, lo que recobrará la confianza en un futuro mejor. Que así sea.


Escrito por

Carlos Javier León Ugarte

Periodista, melómano y obsesivo lector. Adicto al jazz y un furtivo amante de The Beatles. Lucho por el medio ambiente y amo a Universitario de Deportes.


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Trastiendas Internacionales

Análisis internacional de los hechos más importantes del mundo