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Zelaya, clásico latifundista hondureño, con look llanero y vaquero estilo Vicente Fox

ZELAYA, SE PASO DE LA RAYA

Calos Javier León Ugarte - Analista Internacional

Publicado: 2014-07-15


Manuel “Mel” Zelaya, así de firme, un macho latino, un macho cabrío, un semental centroamericano vigoroso, un latín lover cincuentón y pegalón, premunido de pistola y coraje, y por supuesto, de machismo bolivariano, eso que Chávez ha contagiado en Bolivia, en Ecuador, en Nicaragua, hasta hace unos días en Honduras y en Barbados, que también es un país, bueno, una isla, tanta como la isla de los barbados Castro, quienes también forman filas del ejército bolivariano, el ejército de las fantasías, de los espejismos monetarios del desierto indoamericano, de la nacionalización de todo, de las tropicales y alto andinas maneras de hacer política, de los insultos y chavetazos de cantina, de las evadas de Evo, de la bendición todopoderosa y efímera de los petrodólares de Hugo, el hombre, el cabecilla de la banda antidemocrática e intervencionista que circula como moda por la región, pero que de a pocos, se va desvaneciendo ante una realidad que el pueblo devela en cualquier momento ante su hartazgo y cansancio.

Zelaya, clásico latifundista hondureño, con look llanero y vaquero estilo Vicente Fox, tan irreverente y pintoresco como todos los adheridos a “Huguito”, llegó al gobierno gracias al Partido Liberal Hondureño, partido identificado con la derecha oligárquica de ese país, en el año 2006, después de suceder a Ricardo Maduro, presidente con alto sentido de responsabilidad perteneciente al Partido Nacional Hondureño.

Una vez instalado en el poder, y sin sorpresas para nadie, Manuel Zelaya se une al ALBA, propuesta impulsada desde Venezuela por Chávez, quien financió su campaña, tan igual como lo hizo antes con otros posibles candidatos de la región, en nuestro país, como ya es sabido, su delfín fue y es Ollanta Humala. Se adjuntó al ALBA ante las protestas de la ciudadanía, quienes no veían con buenos ojos una tregua con la Nicaragua de Ortega, país con el que los divide un conflicto secular y fronterizo, originando que ese 28% de votos que lo llevaron al poder se desvaneciera a casi nada, dividiendo al país en una crisis política que no veía desde que restauró la democracia en los ochentas.

Pero allí no termina la era Zelaya, diversos actos de corrupción y decenas de escándalos ligados a su gobierno iban terminando con la tolerancia de los hondureños, el último, acaecido este año, donde su canciller estrelló su auto totalmente ebrio y luego recibió el respaldo del presidente, disminuyeron aún más su popularidad.

Adicionalmente a esto, el congreso ya cocinaba la manera legal y democrática de impugnar a “Mel”, debido a que más de 80 decretos aprobados por el legislativo no fueron ni vetados ni sancionados por el presidente, desdeñando las facultades del congreso y vigorizando irresponsablemente su fatua vanidad.

Pero la gota que derramó el vaso fue la intención de reelegirse en la presidencia, algo que la constitución hondureña prohíbe, pero que Zelaya, aprovechando el referéndum que se iba a celebrar a fines de junio, quiso agregar una pregunta más, buscando la posibilidad de aceptar una nueva Asamblea Constituyente, que lleve a una nueva carta constitucional que sí estipule la posibilidad de reelegirse, algo que han venido cumpliendo al pie de la letra cada uno de los títeres de Chávez, incluido éste mismo.

Este método de ganar las elecciones electorales de manera democrática, para luego tomar los poderes del estado, manejarlos, vejarlos, mangonearlos y redireccionarlos hacía leyes que permitan la perpetuidad y la de los suyos es algo que ya conocemos en este país gracias a Fujimori y a lo que el analista internacional Juan Velit Granda define como el Bonapartismo moderno o el politólogo Martín Tanaka describe como Autocracia competitiva, conceptos que ya han sido agregados con justa razón a la nueva ciencia política.

Honduras, de manera democrática porque la constitución así lo prevé, utilizó al Poder Judicial para destituir a Zelaya, tomando las riendas del poder el presidente del Congreso Roberto Micheletti, tal como lo estipula su carta magna, algo parecido a lo que celebramos cuando Paniagua sucedió a Fujimori, la misma figura, sino que el papá de Keiko renunció desde el lejano oriente.

Micheletti, presidente del congreso y miembro del mismo partido de Zelaya perdió las elecciones primarias frente a éste, razón por la cual, los seguidores del ex presidente lo acusan de usurpador, lo cual no merece ni el mayor análisis considerando que fue el congreso quien propuso la figura legal, el poder judicial quien la ordenó y las fuerzas armadas quienes ejecutaron el arresto.

A pocos meses para concluir su nefasto gobierno (termina en enero) el pistolero Zelaya fue sacado en pijamas a Costa Rica y hoy, es el adalid de la democracia en el mundo, su papi, el justiciero Chávez a jurado, ante la afrenta, enviar a su ejército bolivariano a través del umbral de Ortega, la OEA ha exigido su restitución, sí, la misma OEA que los Castros bolivarianos desconocen, muchos países han retirado a sus embajadores y en horas estará de nuevo en su país y mientras tanto Honduras, se hunde en una crisis económica y política trasladada a las calles desde hace ya varios días. Qué extraño es el mundo y el día a día mítico mágico de Latinoamérica, donde un aprendiz de tirano, ladronzuelo él, sea visto como el nuevo paradigma de las libertades y la democracia, esta vez Zelaya, sin duda, te pasaste de la raya…

Escrito en el 2009


Escrito por

Carlos Javier León Ugarte

Periodista, melómano y obsesivo lector. Adicto al jazz y un furtivo amante de The Beatles. Lucho por el medio ambiente y amo a Universitario de Deportes.


Publicado en

Trastiendas Internacionales

Análisis internacional de los hechos más importantes del mundo