EL NUEVO IMPERIO CHINO
Carlos Javier León Ugarte - Analista Internacional
Cuando en 1976 el líder chino Deng Xiaoping lanzó al mundo la proclama “No importa el color del gato, sino que sepa cazar ratones”, su pueblo; y sobre todo ese gran conglomerado comunista atávico y añejo que imperaba de manera sempiterna en ese país, entendió que su nación entraba a una nueva fase política, económica y social; que los pondría una vez más a liderar la orbe y a ocupar el espacio que perdieron por siglos.
¿Es China el nuevo imperio mundial que liderará el planeta en los próximos años? No hay duda.
Las razones son muchas y obvias, desde que inició su desarrollo camino a esa dirección y que tanto le costó, ante el nuevo posicionamiento de los países en la actualidad y sobre todo, por el reestructurado orden mediático en todas las regiones mundiales. Expliquemos.
La liberación comunista china se dio abiertamente en los setenta con la promulgación de ciertas leyes que atisbaban la libertad de la propiedad privada en las empresas, industrias y negocios en común. El comunismo chino avejentado, caduco y hartamente criticado por su mala influencia en sus alrededores, cedió a sus modismos, sus costumbres y reconoció a la propiedad como fin adherido a un bien, y como consecuencia, la aparición de la plusvalía que por default recaía de esta.
El celo normal frente a otros países vecinos como Hong Kong, Corea del Sur, Japón, Singapur y hasta Tailandia hicieron repensar la política local e internacional de China frente a sus propios ciudadanos, vecinos, y sus enemigos históricos. La boyante economía de Taiwán los hizo recapacitar de sus leyes asfixiantes, y el viejo Marx volvió a tener razón una vez más al entenderse que se le había vuelto a malinterpretar por enésima vez. Esto llevó a dos cambios fundamentales, uno, los chinos entendieron que el comunismo tenía fallas, y dos, el camino obligatorio a su modernización los llevó a relanzar el socialismo, el nombre cambió a China progresista y luego sería etiquetada por los analistas políticos como la China nacionalista.
Estados Unidos y Rusia volvieron a respirar cuando China entendió que debía hacer cambios también en su diplomacia, cambió el discurso, resolvió viejas riñas y empezó a participar de manera activa en las organizaciones mundiales con tino y con menos soberbia que antes, allí tomó protagonismo y volvió a sentarse entre los grandes.
Su ingreso a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1999 gracias a Jiang Zemin nos mostró que China ya estaba de nuevo en las grandes ligas. Las empresas extranjeras miraron con especial atención y la inversión llegó sin que los chinos se dieran cuenta. Poco a poco su valor y su admirable costumbrismo ancestral basado en el trabajo, el honor y las buenas costumbres llevaron a fortalecerlos y engordarlos ante el mundo.
China se volvió moderna, cosmopolita, vanguardista y eventualmente superpotente.
Las empresas extranjeras llegaron por inercia y la democracia ya no era un atisbo, sino una concreción que llevó a Pekín a mirar al mundo de igual a igual.
Con una población de más de mil 300 millones de habitantes y con un ejercito insuperable y sin parangón mundial, de acuerdo a la tesis de Samuel Huntington, China estaría cumpliendo con todos los requisitos fundamentales para ser potencia en lo militar y bélico, por antonomasia los demás te temen. Ojo que China aumentó su presupuesto militar a 64 mil 500 millones de euros.
El aceleramiento de la economía se dio a largo plazo y sostenidamente, año tras año saludablemente, eso conllevó a que los salarios y los impuestos se elevaran. La crisis asiática se sintió, es más de hecho frenó la bonanza pues de allí se originó, pero no melló en su desplazamiento mercantil. Solo el año pasado se dio una desaceleración poco común debido principalmente a su desenfrenada inflación y a un mercado inmobiliario a la baja, pero la rápida y justificada reacción de Wen Jiabao ideó la manera de despejar a los especuladores inmobiliarios, y diseñó porcentajes estándar a los préstamos bancarios.
El crecimiento en el sector manufacturero e industrial se verá entorpecido en sus importaciones por la crisis financiera actual, que hasta el año pasado representaba casi el 40% solo en EEUU y Europa. Ante este factor, Asia y América Latina (15,9 %) serían las dos economías a la que apuntaría China este año bajo algunos cambios de política exportadora necesarias para arrasar con estos mercados.
Si bien es cierto el comercio entre China y América Latina creció en el primer trimestre del año pasado con casi 44% lo cual llevó a una ganancia de cerca de 50 millones de dólares, esto no implica que se multiplique ante la recesión europea y americana.
Brasil y la India podrían acomodarse y aprovechar la situación que sin duda les es propicia, pero eso es tema de otro artículo.
Las transnacionales chinas en juguetes, ropa, medicinas, telecomunicaciones, autos, y sobre todo tecnología; han invadido el mundo debido a su estrategia oportunista de buen precio, buen servicio y bonito a la vista, ante los niveles normales de otras competencial mercantistas.
Con una democracia todavía defectuosa (restricciones en foros, Internet y oposición política), se abre un nuevo debate: ¿Es necesaria la democracia institucional o multipartidista para ser potencia mundial? Tal vez es algo que nos gaste pensar más tiempo de la cuenta.
Con un poder económico estable, un afán militar incomparable, con transnacionales conectadas en cada espacio del planeta, con liderazgo tecnológico, científico y sobre todo espacial, con EEUU y Europa en quiebra, con una Asia pacificada y menos bélica (más aun con la muerte de Kim Jom il en Corea del Norte), con alados estratégicos como Irán, Rusia, Brasil e India, y sobre todo con un país que se la cree y lucha a diario por volver al auge dinástico que alguna vez ostentaron, es sin duda China, el nuevo imperio hegemónico mundial moderno, que ya no necesita colonizar ni invadir para imperar en el hemisferio.
Dicen que los chinos para tratar o cerrar un negocio contigo necesitan conocer a tu familia o ver consolidado tu matrimonio, no tienen delincuentes ni corruptos, su honor, ética y moral se sobreponen a cualquier situación, admiran y protegen en demasía a sus ancianos, y sobre todo, son muy trabajadores. Razones importantes para empezar a celebrar que un país como éste sea el nuevo “Sheriff del mundo”, solo así sus hábitos y costumbres por primera vez en miles de años será un buen ejemplo para los países que buscamos sacar la cabeza para respirar en el inmenso espacio planetario y miramos a las potencias para imitarlos.
(Extracto de Ensayo “Los nuevos actores del escenario mundial” escrito por Carlos Javier León Ugarte)
Publicado en el 2012